¿SE ACABÓ LO BUENO?… Lo que la Neurociencia sabe de la “vuelta a la rutina”

rutinadeltiempo

La llegada de septiembre trae consigo un sinfín de tópicos, asociados al final del periodo de tregua, soleada y feliz que, se supone,  conceden las vacaciones veraniegas. Incluso se le ha puesto un rimbombante nombre de patología: es el síndrome post-vacacional pero… ¿De verdad enferma terminar de descansar? ¿En serio “se acabó lo bueno”?

Existen numerosos datos que demuestran que el descanso no es opcional, que el organismo humano necesita hacer paradas en su actividad para poder continuar con ella pero, tras estos periodos de relax,  sin duda, volver a la vida diaria de cada cual, no tiene por qué resultar duro. Sin embargo, lo cierto es que, llegado el momento del retorno, son bastante unánimes  las quejas sobre la vuelta a la rutina (como si recuperar una vida predecible fuese una maldición apocalíptica y… ¿Verdaderamente, lo es?)

La rutina se pinta como una asfixiante pauta de conducta alienante. Sin embargo, lo cierto es que numerosos datos apuntan a mostrar que el comportamiento humano se asienta sobre hábitos y costumbres. El cerebro necesita de esas acciones repetitivas que se vuelven arraigadas con práctica y reiteración. Ir a trabajar a misma hora, vivir en el mismo barrio o frecuentar a la misma gente, son costumbres que constituyen las bases de un comportamiento adaptativo. Para ello, se ha de llegar a establecer un hábito de forma tan arraigada que se manifieste de manera “casi involuntaria” (pensemos en esa experiencia, bastante común, de confundir el itinerario si un día no hay que ir “al mismo sitio de costumbre” y, a pesar de ello, terminamos en camino a “donde siempre”… ¡Cómo si un “piloto automático” condujese a la clase de inglés del lunes se quiera o no!).  El cerebro “sabe lo que toca a hacer” e inducido, por la repetición prolongada del comportamiento, produce respuestas inculcadas que se reproducen, casi instintivamente, ante determinadas situaciones ambientales…

Pero no son situaciones “cualquiera”: La respuesta “de costumbre” solo se desencadena en aquellas condiciones a las que el sujeto se enfrenta reiteradamente y, cómo sabe qué va a pasar, su atención se puede desplazar a nuevos objetivos… Mientras, pareciese que nuestro pies se dirigen, por sí solos, hacia el “lugar donde todo el mundo sabe tu nombre” como se decía la sintonía (https://www.youtube.com/watch?v=SoZJUK4_ue8) de la al mítica serie Cheers… Y lo del bar del barrio, y el aperitivo de los domingos, no es un ejemplo baladí , ya que pone de manifiesto como las conductas  rutinarias son ¡reconfortantes!…Porque, probablemente, es  esta la característica más relevante del proceso: resulta placentero y gratificante, para el cerebro, moverse en esas situaciones donde sabemos qué hacer, cuando y con quién hacerlo… O sea que ser rutinario y predecible ¡te hará feliz!

Es cierto que esta propiedad del cerebro tiene un” lado oscuro” pues es verdad que la adquisición de un hábito es bastante independiente (en principio) de si estas acciones producen resultados útiles. De modo que las costumbres adquiridas no tienen por qué ser, necesariamente, beneficiosas (por ejemplo, “un cigarrito después de comer” o cualquier otro hábito asociado con el tabaquismo, resulta, casi, tan potentemente adictivos como la propia nicotina) Sin embargo,  es tan grande la ventaja adaptativa que supone esta capacidad de responder estereotipadamente ante situaciones comunes, que el cerebro favorece el establecimiento de estos protocolos (aun a riesgo de que el mecanismo fije pautas no tan beneficiosas e, incluso, hábitos directamente nocivos). Obviamente, la forma en que esta fijación se produce implica los circuitos neuronales de recompensa, que se activan y unen a las personas con sus más queridos ritos. No en balde, constituyen el conjunto de estructuras cerebrales que, mediante estímulos, nos hacen “sentirnos bien” después de realizar cualquier actividad o modifican comportamientos mediante un refuerzo positivo: Se aprende a comportarse y hacerlo produce una gran satisfacción…

Se tienen costumbres porque se aprenden códigos y se encuentran soluciones y esta capacidad depende de circuitos neurales encargados de ello. Desde el principio, el cerebro, va sumando experiencias que le confieren habilidades de modo que sus aprendizajes iniciales (como caminar o hablar) se adquieren por repetición hasta que el cerebro los automatiza. Pero no va a parar de aprender y, así se irán “afinando” las conductas (y no sólo caminará sino que podrá, correr, saltar ¡o ejecutar complicados ejercicios de gimnasia  rítmica!  que, por cierto, se llaman “rutinas”). Con la enorme satisfacción que produce adquirir más y más destrezas. Lógicamente, esa placentera sensación (como todo lo grato) se relaciona con la “molécula del disfrute” o sea, la dopamina, que se libera cuando, bien establecidos estos “protocolos de actuación,” se optimizan las respuestas del individuo. Esta substancia es un neurotransmisor que se produce en muchas partes del sistema nervioso y tiene numerosas funciones, incluyendo la actividad motora, la motivación, el humor, la atención o el aprendizaje. En el constante proceso de adquirir experiencia, la dopamina desempeña un papel crucial, entre otras cosas, porque ayuda a mantener la motivación. Sus niveles circulantes en el cerebro están implicados en el refuerzo de los hábitos (por ejemplo, es lunes, hay que levantarse temprano e ir al colegio y la ruta es… etc. etc.  Al seguir estas»instrucciones»,  prefijadas, o hábitos, nos sentiremos seguros ya que intuimos que se favorece «que todo vaya bien»)  Además,  esos niveles se relacionan con la “focalización” de la conducta en un objetivo. En este sentido, es importante recordar que, la capacidad de ejercer un control sobre las acciones, permite a las personas ajustar sus respuestas de acuerdo con las necesidades y deseos en cada momento. No obstante, todo el rato, el cerebro va a oscilar entre la confortable repetición de las pautas y la necesaria dosis de manejo de imprevistos (en nuestro ejemplo, si resultase que habían obras en el camino y tuviésemos que explorar un nuevo itinerario, o algo así, es muy útil que «no cunda el pánico» por tener que salir de «lo habitual…). De hecho, la dopamina está relacionada tanto con los comportamientos habituales, como en aquellos en que el sujeto “improvisa” para conseguir el objetivo.  De hecho, se ha demostrado que los fármacos potenciadores de la dopamina aceleran el paso a esa especie de “modo automático” asociado a las conductas rutinarias y, las lesiones en la vía dopaminérgica nigroestriada, evitarían la formación del hábito. Sin embargo, por otro lado, la predicción de resultados, que está vinculada a una conducta repetida mil veces, parece estar sostenida por un circuito (dopaminérgico también) que incluye la corteza prefrontal ventromedial y el núcleo accumbens. Lo cierto es que, sea como fuere, se trata de estructuras implicadas en los circuitos de recompensa cerebrales.

Se podría afirmar que, los niveles de dopamina van jugar un papel fundamental al incorporar una señal de aprendizaje que permite intuir las recompensas venideras, favoreciendo, así, las acciones útiles… Fomentando, en suma, usos y costumbres. Además esos hábitos (asociados a efectos predecibles) aumentan la sensación de ejercer un alto grado de control sobre aspectos clave del entorno (ya se sabe: Más vale malo conocido…). De hecho el tema del control es clave: Aunque la curiosidad y la motivación sean fundamentales en la adquisición de un hábito (y por tanto en el aprendizaje) una vez establecido resulta muy difícil vencer la rutina de un circuito cerebral bien consolidado (es decir, bien aprendido) que permite dirigir nuestros pasos con eficacia en el entorno seguro de la vida “del día a día” que controlamos en tanto que conocemos.

En definitiva, que tras el disfrute veraniego y fugaz de lo inusual o hasta imprevisto, lo bueno, no solo no se acaba, sino que vuelve empezar ¡de la mano de lo cotidiano que nos protege y sostiene!...Que ya lo decía Reade:

Siembra un pensamiento y cosecharás una acción

 Siembra una acción y cosecharás un hábito;

 Siembra un hábito y cosecharás un carácter;

 Siembra un carácter y cosecharás un destino…

Para saber más:

“Managing Post-holiday Stress Naturally”. Diabetes Self Manag. Wiley F. 2015;32(1):64-6.

“How to beat the post-holiday blues”.Nurs Stand. Day-Calder M. 2016 Sep 14;31(3):37-38.

“Safety out of control: dopamine and defence” Behav Brain Funct. Kevin Lloyd and Peter Dayan, 2016; 12: 15. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4878001/

“Reliance on habits at the expense of goal-directed control following dopamine precursor depletion“ Psychopharmacology (Berl).  Sanne de Wit, Holly R. Standing, Elise E. DeVito, Oliver J. Robinson, K. Richard Ridderinkhof,2,3 Trevor W. Robbins, and Barbara J. Sahakian, 2012; 219(2): 621–631. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3249188/

“Shifting the Balance Between Goals and Habits: Five Failures in Experimental Habit Induction” J Exp Psychol Gen. Nelson Cowan, Ed. 2018 Jul; 147(7): 1043–1065. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6033090/

“Enhanced Avoidance Habits in Obsessive-Compulsive Disorder “ Biol Psychiatry. Claire M. Gillan,Sharon Morein-Zamir,Gonzalo P. Urcelay,Akeem Sule,Valerie Voon,Annemieke M. Apergis-Schoute,Naomi A. Fineberg, Barbara J. Sahakian, and Trevor W. Robbins,2014; 75(8): 631–638. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3988923/

https://www.webmd.com/balance/features/after-vacation-tips-to-bounce-back-fast#1

http://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-existe-sindrome-postvacacional-claves-vuelta-trabajo-vacaciones-20180828075936.html

https://neuropediatra.org/2015/09/20/rutina-habito-y-aprendizaje-solo-21-dias/10.1016/j.neuron.2014.08.060